Amanecí con ganas de pegar el grito,
parpadeando con rostro poco amigable,
aguantando moretones de insolentes,
brindándome de lleno a la libertad.
Me acomodo, la mochila más pesada,
recuerdos ingratos lamentan la presencia,
de esa oscura sombra que acechaba,
pero ahora estoy...
Abrazado a la ilusión que me condena, que me condena.
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